30 sept 2014

Pippi y el rey negro

Primero fue Tintín y su aventura racista en el Congo. Luego les tocó a los Pitufos con su volumen "los Pitufos negros". La encantadora Abeja Maya también fue marcada con el estigma de los malditos cuando se hizo público que su creador era partidario del Nacionalsocialismo. Hasta Mortadelo y Filemón fueron denunciados por su cómic "el racista". Ahora le ha tocado a Pippi Calzaslargas.
Por lo visto, la pequeña hippie pelirroja era en realidad una malvada racista, dado que se refería a su padre como "rey negro" y a veces se dedicaba a hacer el chino. Abominable.
Gracias a Dios, o gracias a la omnipresente policía del pensamiento (mejor no metamos a Dios en este fango), se han recortado varias escenas de la serie para evitar el adoctrinamiento de los indefensos niños que puedan caer presas de tan deleznable propaganda fascista.
El afán por parecer políticamente correcto ha pasado del buenismo al servilismo más apestoso, y del servilismo apestoso a la ridículez descarada.
Nadie se libra del ávido bisturi de la censura multicultural. Hay cosas sobre las que no se pueden ni hacer bromitas, el holocausto y Alá, por ejemplo,son dos temas sobre los que es mejor no hacer gracietas, (pero esa es otra historia) y desde luego, las coñitas sobre otras razas están vetadas . Siempre que seamos los blancos quienes las hagamos, ojo. Todo el que sea más oscuro que nosotros puede hacer la mofa que quiera sobre nosotros. Tiene barra libre. Recuerdo cómo en el Príncipe de Bel Air y en otras series interpretadas por negros, era habitual reírse de los blanquitos, que siempre aparecían como bobalicones sin gracia ninguna. Y a nadie se le ha ocurrido nunca denunciarles por racistas. El racismo, en este maravilloso mundo multicultural, sólo se le puede achacar al blanco. Cuando lo hacen los demás, se trata de una reacción completamente justificada ante el maltrato secular que su raza ha sufrido por parte del hombre blanco. Poco es para lo que nos merecemos.