22 jun 2013

¿Guerra de sexos?

Las feministas llevan décadas cacareando que siempre hemos estado reprimidas por los hombres, que somos sus esclavas. Que tenemos que ser iguales que ellos. Igualdad. La famosa palabrita. La palabra imposible.

En realidad no quieren igualarse a nadie. Quieren que nos enfrentemos. Que cada vez haya más discordia. Menos complicidad, menos apoyo entre hombre y mujer. Menos familia y más “YO”.

En Europa, la mujer nunca ha sido insignificante. Y menos la mujer española. Ya los cronistas romanos hablaban de las íberas altivas y respondonas. La Reconquista tuvo muchas mujeres protagonistas. Desde reinas y nobles hasta defensoras anónimas de sus hogares frente al invasor. La Historia de la Conquista de América está plagada de nombres de mujeres españolas: Mencía Calderón, María de Estrada, Isabel Barreto, Catalina de Erauso,… ellas y cientos de mujeres que acompañaron a aquellos aventureros españoles en la mayor gesta que han visto los siglos.



Siempre hemos estado presentes. Desde las numantinas que eligieron morir antes que perder la libertad, hasta las enfermeras de la División Azul que marcharon voluntariamente a socorrer a sus compañeros que luchaban en el Frente del Este; pasando por las madrileñas que se lanzaron a la calle un Dos de Mayo para pelear con uñas y dientes contra el invasor. Presentes. Hombres y mujeres. Un pueblo.

No podemos reclamar ser iguales que los hombres porque no lo somos. Ni queremos serlo. No nos oprimen los hombres, nos oprime este sistema. Un sistema que enarbola la bandera de la igualdad mientras discrimina a todo un pueblo en su propia tierra. Que habla de libertad mientras nos esclaviza a través de una élite económica voraz y un pensamiento “políticamente correcto” enfermizo y condescendiente. Un sistema que reclama fraternidad mientras fomenta el conflicto fratricida entre regiones.


La solución no es la guerra de sexos. Es la guerra al sistema. Hombres y mujeres debemos recuperar nuestra libertad. Nuestro sitio. Y terminar con este sistema antes de que él acabe con nosotros.

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