24 ago 2014

Adoctrinados sin salir de casa

Las autoridades sanitarias deberían advertir de que ver la televisión perjudica gravemente la salud. La salud mental, sobre todo. Es más, si a las autoridades les importara lo más mínimo nuestra higiene intelectual, ya hace mucho que habrían tomado medidas contra las productoras de televisión, sus grandes estrellas, guionistas, redactores y demás intoxicadores de masas.
Pero no lo hacen. De hecho, algún malpensado podría llegar a creer que las autoridades prefieren tenernos atontados, porque la programación parece diseñada para embotarnos la cabeza a todos.
Hay programas que son manifiestamente venenosos. Que sus espectadores saben que están viendo basura, vaya. Normalmente son programas de cotilleo, de entretenimiento pachanguero, espacios del tipo "busco pareja", o un popurrí de todo lo anterior. Lo dramático es que, por mucho asco que den, siempre hay millones de personas aparentemente normales que los ven.
Después tenemos programas que son tóxicos, que todo el mundo lo sabe, pero que inexplicablemente están considerados los guardianes de la verdad. Estos son los noticiarios,los debates entre pseudointelectuales y el esperpéntico periodismo de investigación español. Creando opinión a base de mentiras y sombras chinescas.
Aunque hay otro tipo de programas mucho más puñeteros. Entretenidos e inofensivos a primera vista, son en realidad una auténtica sesión de reprogramación a domicilio. Suelen ser series con argumento interesante, o con personajes simpáticos y cercanos. Sin embargo, muestran estereotipos muy estudiados: familias modernas (homosexuales), adolescentes alocados (degenerados), hombres sensibles (pusilánimes), mujeres independientes (hembristas), amigos exóticos (inmigrantes),... De esta manera,  todos cogemos cariño a ese tipo de personas, que en una sociedad sana, no serían consideradas como ciudadanos ejemplares.
Pero lo peor de toda la parrilla televisiva, lo más retorcido y cruel es sin duda la programación infantil.
Los dibujos tienen una estética cada vez más inquietante, con diseños que parecen sacados de una pesadilla, y muestran personajes que no tienen familia, o que tienen una familia con alguna anomalía exagerada. Los protagonistas no tienen padres (o aparecen fugazmente y muy ridiculizados), y todos los personajes que representan autoridad o disciplina son grotescos y malvados.
La mayoría de las series presentan como ejemplo a personajes cobardes, perezosos y maleducados. Se mofan de los que antaño serían considerados héroes y no respetan ninguno de los valores clásicos.
A nuestros hijos se les ofrecen unos modelos a seguir débiles, egoístas y malcriados. Justo el tipo humano que necesita el mundo moderno. Un poquito de ingeniería social de estar por casa.
Es alucinante cómo un pequeño electrodoméstico se ha colado en todos los hogares y ha conseguido moldear las conciencias de millones de personas a su antojo. Cómo se ha convertido en el alma de la vida cotidiana. Otra muestra de que el progreso hace mucho que se convirtió en una enfermedad mortal para nuestro pueblo. De que su "libertad" era una trampa, y nosotros caímos de cabeza. Y todavía no hemos tocado fondo...

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