8 ago 2014

Los crímenes de los buenos

Es curioso cómo la propaganda puede convertir en víctimas inocentes a millones de personas que no lo son, y volver invisibles a millones de muertos, siempre que hayan sido asesinados por los buenos.
Porque cuando los buenos asesinan, saquean, violan y mienten, es por nuestro bien. Por salvar el mundo y todo eso. A la vista está.
Cada vez que los buenos han intervenido en algún conflicto para salvar el mundo, han masacrado y devastado todo lo que han podido. Pero de buen rollo, en nombre de la libertad y la democracia.
Así que esos muertos son como de mentira, como menos importantes. Por eso, cuando se habla de víctimas de la guerra, todo el mundo piensa en semitas famélicos, en niñas narigudas que escribían con boli y en chiquillos con pijamas de rallas y caritas de pena. Nadie piensa en los niños masacrados ni en las mujeres violadas en toda Alemania, en los soldados alemanes muertos de hambre en los campos aliados, ni en los japoneses encerrados en campos de concentración americanos.
Cuando los buenos bombardean un país porque sospechan que su gobierno tiene armas de destrucción masiva, nadie se plantea que son precisamente ellos los únicos que las han usado.
Cuando Japón homenajea a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki, a nadie le importa que sus asesinos jamás fueran juzgados, que nadie rindiera cuentas por esos crímenes. Porque esos muertos no importan.
Los buenos han construido un mundo mejor sobre toda esa sangre. Sobre toda esa mentira. Un mundo donde puedes pensar libremente, siempre que pienses lo que te dice la tele. Donde puedes vivir libremente, siempre que hagas lo que te dicen los buenos. Siempre que consumas sus productos y no molestes. Un mundo feliz.

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