23 may 2013

LA GUERRA INVISIBLE


Nuestro pueblo ha sufrido invasiones, guerras fratricidas, ataques, epidemias, bancarrotas, desastres naturales, y hasta reyes felones. Hemos sido el pueblo más difícil de conquistar, el más aventurero y el más noble. Hemos sido. Porque ya no somos. En poco más de 70 años, hemos cambiado a los héroes de Krasny Bor por los mamarrachos de Gandía Shore.

La sangre sigue siendo la misma. Pero el alma ha desaparecido. Nadie cree en nada. Nadie está atado a ninguna escala de valores. Y ni siquiera quienes gritamos contra el mundo moderno estamos libres de este veneno. También entre nosotros se ha perdido el sentido del honor, el espíritu de sacrificio, la disciplina y la voluntad. Y por eso no hay organizaciones fuertes. Por eso somos invisibles. Porque somos como el resto. Igual de degenerados.

Perder el tiempo, la salud y el dinero en cualquier vicio, está tan bien visto entre nuestras filas, que si cualquiera de nuestros héroes, desde el más salvaje hasta el más pío, pudiera ver el comportamiento de muchos de nuestros militantes, se revolvería en su tumba de rabia y de impotencia.

La mentalidad hedonista y consumista que está destruyendo nuestra cultura también se ha instalado entre nosotros. No importa que lleguemos a ser millones, porque seguiremos siendo parte del problema. La lucha contra el sistema nunca funcionará si antes no vencemos en otra batalla: la que libramos contra nosotros mismos. Contra nuestros vicios y nuestros demonios. Esa es una guerra complicada y constante. Porque el enemigo está con nosotros 24 horas y conoce todas nuestras debilidades. Pero no es una guerra imposible, porque antes que nosotros la han librado cientos, miles, millones de héroes. Héroes que se aferraron a su Fe y a sus valores y vencieron a todos los enemigos de Europa.

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