21 sept 2013

Antifascistas

Si existe una palabra que encarne toda la maldad que puede llegar a concebir el ser humano, es la palabra fascismo. Ser fascista es como ser satanás. Fascista es el insulto que abarca todos los insultos conocidos. Si usted no tiene argumentos en una discusión, basta con llamar fascista a su interlocutor. Eso garantiza el fin de la conversación y por supuesto, ganar la disputa.
Por eso ser antifascista es lo más en nuestra sociedad. El antifascista es el yerno que toda suegra quiere tener. No importa su falta de higiene, su afición a cualquier tipo de droga, ni su alergia al trabajo. Cualquier defecto queda redimido por su ideología.
 Una ideología que resulta difícil de concretar. Es un refrito imposible, defendido por comunistas, anarquistas, libertarios, pacifistas, feministas y cuentistas de todo tipo y condición.
 Los antifascistas cacarean frases jocosas y alegres como "en mi barrio nada es ario" ,probablemente felicitandose por la gran cantidad de inmigrantes que se acumula en todos los barrios y que paradojicamente, suele collejear a nuestros amiguetes antifas. Pero bueno, ya se sabe, el  "enriquecimiento cultural", es lo que tiene. 
También exigen aborto libre y gratuito. Y a la vez, se erigen como defensores de cualquier forma de vida "oprimida". Todo el mundo sabe que un bebé dentro del vientre de su madre no es vida ni es nada. 
Defienden la libertad de expresión (siempre que lo que se exprese siga su "Línea ideológica") y la libertad religiosa (de cualquier religión que no sea el cristianismo, por supuesto). Se declaran abiertamente antisistema, a pesar de que el sistema los ha criado, subvencionado y mimado, y desprecian a la policía (menos cuando hay fascistas cerca, entonces la buscan desesperadamente).
El antifascista siempre hablará de lo nefasto y terrible que ha sido el fascismo. Sin embargo, enaltecerá el comunismo constantemente. Al fin y al cabo, la historia ha demostrado que es un sistema justo y defensor de los derechos humanos. Total, 85 millones de muertos no son una razón de peso para creer lo contrario. 
Básicamente, ser antifascista es estar confundido. Confundir la Patria con el sistema de gobierno, la Historia con un cuento chino y la libertad con la degeneración.
El antifascismo actual es el niño  malcriado del sistema. El producto de décadas de adoctrinamiento y atontamiento. El colmo de la ceguera y la incoherencia. Aunque, por mucho que se empeñen, no son nuestro peor enemigo, si no, más bien, su perrito faldero.

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