18 may 2014

Portadores de la antorcha

Hay una escultura impresionante en la Ciudad Universitaria de Madrid, frente a la facultad de medicina.
Representa a un joven jinete recogiendo una antorcha de la mano de un moribundo. Y a los pies del monumento, una inscripción casi ilegible reza más o menos así:

"EL HOMBRE LLEVA LA SAGRADA ANTORCHA DE LA LEALTAD,
POR LAS CANDENTES ARENAS DEL DESIERTO DE LOS TIEMPOS.
LA MUJER LLEVA LA MATERNIDAD,
COMO ANTORCHA SUBLIME EN SU CAMINO.
CON AMBAS LUCES,
CULMINAN LA INCANSABLE TAREA DE LAS ALMAS ANTE DIOS,
HASTA LA ETERNA PUERTA DE LOS CIELOS"

Por lo visto, la escultura simboliza la herencia de la cultura. Una herencia que portamos hombres y mujeres a través del tiempo como si fuera una antorcha. El monumento habla de lealtad, de maternidad, de Dios... conceptos caducos y fuera de sitio, y más en ese lugar en concreto: en un campus desangelado, entre orines, pintadas y restos de botellón.
Porque parece que la juventud ha olvidado recoger esa antorcha. Reniega de su herencia. Nuestra cultura se apaga entre la desidia y el hedonismo de generaciones. Nadie quiere oír hablar de lealtad ni de maternidad, ni mucho menos de Dios.
Por eso la escultura está cubierta de pintadas, de símbolos feministas y lemas contra un gobierno tan vendido como el futuro de nuestra juventud.
Hasta han arrancado la antorcha de metal de la mano del moribundo. Ahora el jinete no tiene herencia que recoger. Ya no hay luz en ese "desierto de los tiempos".
Sólo aquellos que están dispuestos a mantener la llama de la cultura europea, pueden iluminar el futuro. Sólo quienes defienden esos conceptos que hoy todos desprecian podrán culminar esa incansable tarea de la que habla la piedra de esta escultura. El futuro pertenece a los portadores de la antorcha.





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