18 feb 2014

Sin remordimientos

«Judas Iscariote vendió a su maestro por treinta dineros de plata; Vuestras Altezas le van a vender por treinta mil; aquí está, tomadle y vendedle».

 Con estas palabras y crucifijo en mano, Tomás de Torquemada irrumpía en el salón del trono de los Reyes Católicos durante la audiencia de un comisionado judío. Los hebreos le estaban viendo las orejas al lobo y, fieles a su forma de actuar, pensaron que ofreciendo 30.000 monedas a los reyes para ayudar en la guerra contra el moro, podrían comprar la lealtad de sus majestades.

 Afortunadamente, a Isabel y Fernando nos les movía el amor al oro, sino a su pueblo. No se dejaron deslumbrar por los ofrecimientos semitas.

Sin embargo, el espíritu de los Reyes Católicos hace mucho tiempo que abandonó estas tierras. Nuestros gobernantes nos han vendido descaradamente a nosotros y a nuestros hijos.

Cuánta falta hace otro Torquemada...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.